Un hogar en el que vuelan las almas, la complicidad.
Para la complicidad no hay secretos en las miradas, en los gestos o en los abrazos. Son esas personas que saben que aunque les digamos que todo está bien saben que no lo está. De hecho, probablemente ni siquiera necesiten mirarnos ni escucharnos hablar. No son adivinos pero nos comprenden más allá de los espejismos y las apariencias.
Basta con el aire que se respira para saber que la conexión es pura fantasía, que va más allá de una sonrisa sincera o de una mirada sabia. Entre vosotros se crea una atmósfera que se convierte en una suerte de profecía emocional que enlaza los sentimientos y los corazones.
“La gente cree que un alma gemela es la persona con la que encajas perfectamente, que es lo que quiere todo el mundo. Pero un alma gemela auténtica es un espejo, es la persona que te saca todo lo que tienes reprimido, que te hace volver la mirada hacia dentro para que puedas cambiar tu vida.
Una verdadera alma gemela es, seguramente, la persona más importante que vayas a conocer en tu vida, porque te tira abajo todos los muros y te despierta de un portazo”.
-Comer, Rezar, Amar (Elizabeth Gilbert)-